Al maestro de las tablas...

Al maestro de las tablas...
Antonin Artaud

lunes, 5 de abril de 2010

Un Retrato Social

Qué casualidad, hoy en conversaciones con personas y una de ellas propone una serie de cosas que irrumpe el acontecer diario, la rutina total de la arquitectura de un sector de mi país como su urbanismo, surgiendo la historia como elemento de comparación, se dé nota la ruptura de los valores del individuo ante un hecho social, cada quien toma aliento y sigue su camino dejando atrás el kiosko de los lamentos y la letras muertas, días atrás días los encuentros son exitosos de una mera casualidad donde el rumor pasa cada esquina sin decir este es el ámbito donde circundo.
Llega el día lunes de un fuerte sol radiante, qué detenerse en el kiosko de los lamentos y la letras muertas, hay que untarse el protector solar, a fin, no comience el degaste de la piel flácida y la sed embargue el cuerpo, haciendo la resistencia ante el fenómeno atmosférico, surge la propuesta de unión social que no esperaba y que jamás se lograría la invitación al congregado.
Me he sentado a ver a mi alrrededor lucubrando los chimes y tertulias en el kiosko de los lamentos y de las letras muertas, que si era el cuadro al carboncillo o una pelicula en blanco y negro, donde la sombra es el elemento principal que nos dicta las pautas: que hacer fuera de la rutina de no llegar a mi casa haciendo caso omiso de la erosión donde habito; pero algo, del cual no es la emoción de conquistar el mundo, me hace partícipe de lograr dicha invitación y conocer los seres que se desplazan con un solo clamor tolerante de nuestras tertulias, que no han sido publicadas a ese oyente pasivo, y, al ver la acogida y repuestas de los invitados, ha motivado con fervor sin límites en un futuro la tacita de plata.
Empero en otros espacios resalta la ambigûedad degastada de invitaciones que no han logrado las metas trazadas, ya que están con la supremacía de enlace erocionadas por un fin de albergar en un cargo, que le representa un sustento desprovisto de un amor propio por su casa; desde luego creyéndose que han alcanzado mucho los invitados, pero la supremacía los embarga a estar en el circulo vicioso que corroe no solo el espacio que ocupan sino las mentes y el valor agregado deja de existir en la realidad, solo en el ensueño existe.
La supremacía, su esperanza de estar ahí por siempre, es su meta sin logros reales sino sumergir a cada miembro en una elocuencia que lo lleva al fracaso, a la ceguedad de sus metas; la supemacía se despierta al ver que hay unos seres que embargan su pensamiento y la realidad prevista que los lleva a la ira, y presentarse como la única autoridad que puede tomar las decisiones utilizando un lenguaje ambiguo, que cuando es balbuceado ya no logra un efecto que antiguo tiempo era primacia de una época.
La ira hace cambiar las posturas de las supremacía, donde surge entre ellos el desenlace entre gritos y amenazas, en que la desarticulación surge a puerta cerrada, para que el movimiento de seres no participen en las decisiones ambiguas, que ellos quieren que reine en el sector, con el fin, no haya nuevas autoridades con pensamientos contrarios a ellos.
Mientras seguimos lo seres tomando espacios del sector y la vez reclutando seres que reflejan en sí mismo el clamor de la tacita de plata.

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