Al maestro de las tablas...

Al maestro de las tablas...
Antonin Artaud

jueves, 25 de febrero de 2010

Disculpa


Pedir disculpa sería lo mejor, el pasar día tras días con esa trémula idea que rodea hasta mi sombra; al entrar a la tienda con un vigor que destine caminar hacia un futuro que no veré hacia tras y no confundirme del camino trazado, que extraño por solo pensar descuide el ritmo de mis pasos; se dio lo que no quería: tropecé a esa mano, fría pero delicada, larga de flagelos que su textura no era la esperada; quise pronunciar palabras como dar una disculpa, pero mi garganta estaba seca y el sudor tomaba todo mi cuerpo.

Solo creí, que el tiempo transcurría mas rápido de lo acostumbrado; era el absurdo, me plagiaba ya que el libreto en realidad no era el estructurado, ha sido cambiado, eso me confirme, empero el libreto original me rondaba, mientras solo una sonrisa se plasmaba frente de mi, así como de sorpresa y esperando una palabra de disculpa; el goce no dejaba de brillar en los labios extendidos y solo decían cerca de mi pabellón de mi oreja: usted se siente mal, si necesita usted ayuda, no podía responder solo sentía la voz en el pabellón de mi oreja como si me estaban declarando el amor; ese deseo que siempre pensé pero la realidad es otra, solo pude decirle: no solo he tropezado y creo que me equivoque no es la tienda que tenía que entrar.

Ahí estaba la oportunidad de pronunciar la verdad; solo me fallaba, me traicionaba una vez más la timidez, que carajo habrá la pastilla para desconocer la timidez no me enajene cada vez que tenga que aprehender el instante de divulgar el libreto de haber salido en un fin; verla a ella y contemplarla más de cerca. Si, Salí de la tienda como si me hubiese cogido algo sin percatarme que existía detrás de mí; he logrado cruzar la calle y solo vi frente de mi el dispensador de los helados el cual requerí uno: que me refrescara de el insulto hacedero de la timidez, en ese instante sentí un peso sobre mi hombro, no era común, era la fragilidad y el destello de otro cuerpo, si es ella: joven!, disculpe, lo reconocí es mi vecino si lo puedo ayudar en algo aunque creo que consiguió lo que andaba buscando; si gracias no se preocupe mi torpeza que la preocupe gracias pero seguiré recorriendo el camino de vuelta a casa.

Recorriendo el camino a casa: solo me regañaba no haber cometido la ilusión, que ya es común no cumplir; ¿Cuándo cumpliré las metas que me rigen como hombre? ¿Cuándo cumpliré conmigo, que ahora soy joven y el tiempo no espera por mi?, si soy joven con tantas cosas por hacer y vivir; empero lo único que ahora conozco es que no tengo las herramientas para despojarme de la timidez.

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