Al maestro de las tablas...

Al maestro de las tablas...
Antonin Artaud

martes, 16 de febrero de 2010

Un Instante, Un recuerdo

Hoy una rutina mas y compartiendo la temporada de la primavera, postrado en la banqueta de la plaza, la más cercana al farol, para poder degustar el periódico de días anteriores como ver solo esas personas que a diario circulan y utilizan los espacios de la plaza: llamando la atención de repente, una bella chica por su sencillez, la cual siempre pasa y jamás he podido darle el interés que amerita su belleza.

Pasan los días siempre ahí como costumbre, esperando que ella se pasee en su rutina ; en su venida me aborda planteándome un favor que no podía negarme a su petición; solo me pare y me cambie de butaca sin pronunciar ningún gesto ni cruzar palabra alguna; solo con el hecho de abordarme surge en mi cuerpo la fascinación, este goce, este placer, que me envuelve en circunstancias diferentes, el cual, mi pensamiento me traslada al pasado; el cual recuerdo esas líneas que escribí a la mujer amada; las líneas bueno mi memoria ya me falla solo se algunas líneas que solo me acuerdo: cuatro mariposas cubren el cuarto manjar que mi acompañante me hace, solo ella me lo sabe hacer; ya que cuenta con los utensilios capaces de esa fabricación, vivo postrado en una cama, poca estética, pero original y en ella me paso todo el día gris haciendo muñecas de papel; para que mi acompañante las venda a los turistas de este pueblo; solo la compran para llevar un recuerdo a las grandes mansiones y decir: “Solo un ser lo hace allí y su capacidad llega hasta el gado de hacer muñecas de papel”; por las noches mi amada llegaba con los cobres, los cuenta y se llena de alegría; y ante toda esa atmosfera, se despoja de sus trapos perfumados; poniéndose una bata blanca y transparente, para cumplir su recorrido a diario da vuelta alrededor de la mesa para poder pensar, una pregunta exitosa, para poder establecer nuestra comunicación; empero mi corazón arde y ríe por aquella inseguridad, pero de pronto juego con la colcha para producir una profunda inquietud mientras ella ya ha muerto en su idilio metálico.

En este momento, esas líneas no me inspiran, ese goce, esa fascinación, ese placer que fue en el pasado; lo que me inspira es la estupidez de ese momento.

Es así la vida da vueltas, pero seguiré con la fascinación nueva que mi inspira esa bella chica; seguiré postrado en esta banqueta a la espero de ese nuevo goce y placer, que no he vivido por tiempo.

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